«No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios.»
►2 Corintios 3:5
Las verdades de la palabra de Dios deben impactar todas las áreas de la vida del creyente. Ellas llegan a nuestro interior (espíritu) por la acción Espíritu Santo, quien nos enseña y recuerda todas las cosas, y estas pasan a la mente, emociones y voluntad, es decir actúan de manera eficaz en nuestra alma.
Esta anterior verdad nos recuerda que la competencia (capacidad) no proviene de nosotros sino de Dios mismo, El cual desea que ninguna situación emocional como incapacidad o inferioridad nos derriben.
¿Y cómo podrá suceder tal maravilla?
En el 2 libro de Samuel, capítulo 9, encontramos una historia que podría ayudarnos a comprenderlo, una historia real donde la acción Dios es tomar un hombre en estado de incapacidad e inferioridad y levantar su alma de una manera inesperada, veamos:
David había hecho un pacto con su amigo Jonatán, hijo del rey Saúl y muchos años después de la muerte de ellos y siendo ya rey de Israel, quiso cumplirlo con alguien de la casa (familia) de su amigo que aún estuviera vivo.
Preguntó a su siervo Siba si sabía de alguien y él le habló de un hijo de Jonatán que era lisiado de los pies y que vivía en Lodebar,(tierra de tristeza y dolor).El rey David envió para que lo trajera. Y al llegar, postrándose éste y haciendo reverencia David, se señaló como un humilde siervo.
En el versículo 7 dice: “Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre (Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor, vers.9); y tú comerás siempre a mi mesa. Y además ordenó al siervo Siba servir a Mefi-boset, en el versículo 10: “labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa.»
Además, la historia agrega: «El siervo respondió así se hará: Mefi-boset, comerá en la mesa, como uno de los hijos del rey, en Jerusalén, lugar de habitación del rey David.»
Mefiboset por su condición física, desarrolló un estado de incapacidad e inferioridad e igualmente emocional. No podía ni arrastrarse y por eso nadie lo valoraba. Pero llegó el día de la competencia de Dios, el día en el que a través del rey David lo sacó de ese deplorable estado y lo ascendió a la posición de “hijo del rey”, empezando por el incomparable detalle de compartir su mesa y vivir en la casa del rey. Le devolvió todo lo que hasta ahora por su incompetencia no había podido disfrutar y su vida pasó de derrumbada a enaltecida.
Punto de acción
Igualmente puede hacer Dios contigo, en este mismo día, confiesa tu incapacidad de inferioridad y deja que Dios te levante!!!!
Lectura bíblica necesaria:
2 Samuel 9